DESTINOS PARA TU LUNA DE MIEL

Estos son algunos de los lugares más románticos:

Portugal.

Un país lleno de rincones costeros escondidos y una capital vibrante y multicultural como Lisboa. Recomendamos comenzar por Lisboa, que cuenta con varios hoteles de buen nivel a precios económicos, para iniciar un recorrido que lleve luego a Cascais y Estoril, dos ciudades románticas repletas de jardines, acantilados y rinconcitos costeros. Los castillos coloridos de Sintra también componen un paisaje ideal para una escapada en pareja.

Marruecos y el Sahara.

Quienes buscan exotismo, pueden combinar ambos en Marrakech, la capital de Marruecos. Esta ciudad ofrece una mezcla de Oriente y Occidente que puede resultar cautivante para una luna de miel. Recomendamos pasear por la plaza de Jemaa al caer la tarde, admirar la medina de Fez, realizar un paseo en camello y pasar una noche en el desierto del Sahara (conviene ir abrigado cuando cae la noche)

Praga.

Muchos la consideran la ciudad más hermosa del mundo. Coincidencias o discrepancias aparte, la perla de Europa del Este es un destino perfecto para la luna de miel. La ciudad de las cien torres tiene un aire enigmático y romántico que se deja sentir particularmente en sus cascos históricos, los jardines, las plazas y los senderos kafkianos del Barrio del Castillo.

Desde Praga puedes hacer una excursión hasta los bosques de La Bohemia, una zona verde, rodeada de montañas y castillos medievales. Aunque no parezca la bebida más romántica para una luna de miel, no olvides probar la cerveza checa.

Florencia y el norte de Italia.

Hay pocas ciudades más adecuadas para un viaje en pareja que Florencia. Cruzar el Ponte Vecchio al atardecer y ver salir la luna sobre el río Arno es tan sólo uno de los encantos que ofrece esta ciudad cultural y acogedora. Tiene calles estrechas y empedradas, edificios monumentales, plazas medievales y renacentistas, coronadas por la majestuosidad del Duomo. Las vacaciones de luna de miel perfectas se pueden complementar con una escapada a Venecia, un destino trillado pero imprescindible, o a la ciudad de Verona, conocida por la historia de Romeo y Julieta.

Malta.

Este archipiélago enclavado en el Mediterráneo, ubicado entre Libia, Túnez e Italia, reúne diferentes estilos arquitectónicos e influencias culturales. Su principal encanto para los recién casados, sin embargo, no es su rica historia sino sus aguas cristalinas, el paisaje de la costa y la visión evocadora de castillos antiguos y ciudades pequeñas. No olvides visitar la Isla de Gozo, la segunda en tamaño de las cinco que componen Malta. Sus playas son más extensas y su capital, Victoria, tiene sólo 6.000 habitantes, por lo que ofrece mayor tranquilidad. Los hoteles tienen precios razonables y las compañías aéreas vuelan regularmente a Malta a precios promocionales.

París.

A pesar de ser una de las ciudades más turísticas del planeta, París mantiene intacto el aura de ciudad romántica. La capital francesa sigue siendo la preferida para muchos recién casados, quizás debido a su aspecto antiguo y clásico a pesar de ser una metrópolis en continuo movimiento. La cena y el crucero de noche por el río Sena es un tópico que hay que cumplir, además de la posibilidad de escaparse a conocer los castillos del Valle del Loira. A la noche, la Torre Eiffel forma una postal infalible para culminar un paseo en pareja.

Las Highlands.

Visitar el norte de Escocia es como entrar en un túnel del tiempo. La campiña se cubre de niebla por la mañana y la tarde, dejando entrever lagos enormes y castillos medievales. Las tierras altas de Escocia componen un paisaje idílico para una luna de miel, con la contrapartida de sufrir el cambiante clima de las islas británicas. Desde las magníficas vistas de la isla de Skye a la leyenda del Lago Ness, las Highlands ofrecen una cuota de romanticismo que pocos países pueden igualar. No dejes de tomar el tren de vapor que cruza los Cairngorms, la cadena montañosa de mayor altitud, e intenta divisar los jabalíes y ciervos que pasean libremente por la zona.

Edimburgo y Aberdeen.

La capital escocesa, Edimburgo, es una de las ciudades más bonitas de Europa, rodeada por una montaña que permite una vista imponente de sus castillos y su casco medieval. Recomendamos pasear por Princess Street y desde allí recorrer las calles más estrechas y empinadas de Edimburgo, donde suelen encontrarse tabernas y pubs de hasta 300 años de antigüedad. Una visita romántica se complementa con una incursión hasta Aberdeen, la ciudad de las flores, tan agradable a la vista como a la nariz. El puerto, la arquitectura renacentista del King´s College y las plazas repletas de flores hacen que valga la pena conocer una ciudad que, a pesar de contar con la clásica hospitalidad escocesa, no está superpoblada de turistas.

Viena y Salzburgo.

Puedes probar suerte con dos de las ciudades más hermosas de Europa. Las torres góticas dominan Viena, que deja sentir los aires imperiales de los Habsburgo en cada rincón. En las afueras de la ciudad, el lugar preferido para las parejas es el antiguo pabellón de caza imperial de Mayerling, hoy en día un convento carmelitano, que ofrece vistas espléndidas. Debes hacer una visita obligada a Salzburgo, la cuna de Mozart, donde es casi imposible pasear por sus rincones sin escuchar el sonido de los violines. La ciudad está salpicada de campanarios antiguos y rodeada de montañas magníficas, coronadas en lo alto por una fortaleza medieval.

Carcasona.

Situada en el sur de Francia, la pequeña ciudad de Carcassonne es una joya medieval perdida en el tiempo. Amurallada y de origen romano, sus decenas de torres guardan los secretos de los cátaros, movimiento religioso de gran poder que fue perseguido por el papado en la Edad Media. Perderse por sus calles empedradas hasta llegar a la Abadía de Saint Nazarie o el Castillo de los Condes de Trencavel es la mejor forma de conocer sus rincones. Otra vista idílica es la que se contempla al acercarse al río Aude, aunque recomendamos ir en baja temporada para evitar las aglomeraciones. Además, desde allí puedes visitar Perpignan y Toulouse, otros dos puntos de interés en el sur de Francia.