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ANDRES CARNE DE RES ES UNO DE LOS MEJORES RESTAURANTES DE COLOMBIA



Entrevista a Andrés Jaramillo dueño y fundador del restaurante ANDRES CARNE DE RES: “Mi restaurante es un mundo al revés”.

Para Andrés es un orgullo hacer de su sueño una realidad, haber fortalecido un reconocimiento nacional y prestigio internacional.

Es sin duda uno de los sitios más reconocidos en Colombia y un paradero casi obligado para los visitantes extranjeros. En el municipio de Chía, a media hora de Bogotá, hacia el norte, está situado el establecimiento.

¿Qué estudió?
Ingeniería electrónica en la Universidad Javeriana. Pero fui muy bien aconsejado por un profesor que me dijo que me saliera, que yo no servía para eso. Terminé en la Nacional estudiando economía.
Cuando estudiaba en la universidad sí se me presentó una crisis existencial, pero la típica de una persona de 22 años: ¿yo quién soy? ¿Qué quiero? ¿Hacia dónde voy? ¿Este planeta qué es? La parte social y la existencial evidentemente se tocaron. Rompí con todo, dejé la universidad, me fui a viajar, pero a los tres meses no aguanté el dolor del amor y me devolví.

¿Estaba enamorado?
Sí, y de la misma persona que hoy es mi mujer. El amor echó para atrás a un revolucionario más.

¿Cómo arranca el fenómeno de Andrés carne de res?
Ingreso en el rebusque: me convierto en ejecutivo de ventas de bulldózeres y entro en una crisis sicológica profunda, más grave que la que tenía. Sin ningún contacto en el universo, tenía que arreglármelas, peluqueado, de corbata y maletín, para encontrar quién me comprara un bulldózer de 100.000 dólares. ¿Se imagina? Me la pasaba en la avenida Jiménez tomando tinto y frotándome las manos. Pero en un momento dado digo: o mi vida, o ser vendedor. Mando todo eso para el carajo y resuelvo montar un negocito para subsistir.

¿Andrés carne de res comenzó siendo una choza?
Sí. Resuelvo montar una venta de carnes en la población de Chía cerca de Bogotá. Veo esa cabañita, la alquilo por 1.200 pesos mensuales en el año 82 y una cuñada argentina me enseña a poner la carne sobre la parrilla. Mis hermanos me ayudaron al comienzo, porque tenían la imagen del secretario que mi papá llevaba al lado y que era juicioso, ordenado y trabajador: llegué hasta a trabajar 23 horas diarias armando el lugar. Comenzaron a llegar los amigos de mis hermanos. Un día el restaurante tuvo una chimenea y alrededor de ella cantábamos. Puse la silla del poeta, y comenzaron a venir los poetas a recitar. Un día cogí el micrófono y dije cualquier cosa y eso empezó a volverse un cuento muy lindo, complementado por Estela, mi mujer, muy hermosa y muy buena conversadora.

¿A partir de qué lema está construido Andrés?
El lema de Andrés es nunca decir que NO. Siempre habrá espacio para la gente, todo es cuestión de organización y atención, de resto todo fluye en este mundo mágico y atípico, de puertas abiertas para cualquiera que quiera despejar la mente y descansar de la rutina.

¿De dónde salen tantos novedosos artilugios, tiene un grupo de ingeniosos creativos?
Sí, existe un grupo de creativos que mediante mi aprobación innovan constantemente detalles en el lugar. Además, estoy orgulloso de mi equipo de taller, que hace mis visiones, realidades; son los encargados de dar vida a las ideas y convertirlas en materia, de hierro y metal.

¿A su edad, todavía tiene mentalidad hippie?
Yo nunca me he considerado hippie. Sin embargo, el amor ha sido uno de los motores de mi vida y lo promuevo con los corazones del restaurante en todo momento.

¿Cuántos empleados tiene Andrés en este momento?
Hay una nómina de 500 empleados, todos hacen parte de la embarcación que representa el restaurante y atendemos más de 3000 comensales por fin de semana.

¿Con qué frecuencia está usted en el restaurante?
Es mi segundo hogar, habitualmente estoy en la oficina resolviendo labores en pro del perfeccionamiento del servicio. Los sábados y domingos siempre estoy presente, saludando a los comensales y, tengo por costumbre, escribir en una libreta todo lo que se me ocurre, bien sea para mejorar, arreglar, mover, quitar cosas. Las anoto en mi cuadernillo para tenerlas presentes y llevarlas a la acción inmediata.

¿Cuáles son sus principios fundamentales, o leyes que configuran su comportamiento y el del restaurante?
Soy una persona impaciente y rabiosa, me obsesiona el orden y la limpieza y me gusta que todo esté en su lugar, podría decirse que tengo algo de psicorígido. Lo que mantiene a Andrés Carne de Res es que es un mundo al revés y es completamente original, esto me lo ha corroborado los años de visitas a diferentes lugares, muy bonitos, a diferentes partes del mundo y los medios de comunicación internacionales.

¿Algún día se imaginó que iba a ser el anfitrión de toda esa farándula, jet set, ministros, políticos, visitantes internacionales ilustres?
Una vez estaba caminando con mi papá por la 72 y me dijo: ahí viene el expresidente Lleras. Cuando pasamos a su lado, mi papá le hizo una venia. Eso me trajo un código: pilas, que hay una gente y hay otra gente.

¿Cómo hace para manejar el problema del trago entre los jóvenes?
Hace dos años montamos el servicio que se llama 'Ángeles de ruta', que son 50 conductores que llevan a los jóvenes hasta la puerta de su casa. Los accidentes bajaron casi a cero.

Andrés es un negocio superexitoso, pero que quizá ya creció lo que podía crecer. ¿Hacia dónde va ahora Andrés?
Estoy buscando muchas alternativas. Necesito otro tipo de vida más tranquilo, pero tampoco puedo abandonar mi obra.

¿Vendería Andrés?
Pues de pronto sí, porque puedo ser inspirador del lugar, pero vivir una vida mucho más tranquila. Trabajo 12 horas al día y 16 horas viernes, sábado y domingo. Además, yo no sabía que la fama era tan tenaz.

Y si lo vende, ¿hacia dónde dirigirá su creatividad?
Volvería a mi taller, donde cogía una cajita y duraba transformándola toda una tarde. Es como volver a ser niño otra vez. Hoy día soy un administrador creativo, pero no quiero ser más eso.

¿Económicamente está satisfecho con lo que ha logrado?
Todo el mundo piensa que soy un hombre muy rico, riquísimo. No soy el pobre Andrés, vivo al día, pero bien.

Si su papá resucitara, ¿se sorprendería con su éxito?
Una vez le pedí 5.000 pesos prestados para el mercado y me dijo que no. La vida hizo que eso después fuera al revés. Él no creía en esta historia. Pero antes de morir la alcanzó a gozar un poco, aunque nunca dimensionó el fenómeno, que no se debe solamente a mí sino a una conjunción de circunstancias. Para finalizar, le cuento una anécdota: el sábado pasado el restaurante estaba tan lleno, que no tenían dónde almorzar los empleados: tengo 500. Me fui al frente, donde me montaron una competencia a la que no le va bien, y la alquilé de 7 a 9 de la noche. El dueño no podía creer que yo le hubiera llenado el restaurante con mis propios empleados.

¿Su plato favorito en Andrés?
Cada tres meses me invento algo nuevo. Ahora saqué una sopa de tomate con ensalada que nadie conoce, y una carne argentina a la brasa.

¿Usted es buen cocinero?
No. Como creativo tengo una intuición y percibo a través de olores, colores y texturas la calidad de algo. Anoto todo: hago más o menos unas 800 o 1.000 anotaciones el fin de semana, y luego regalo la libreta.

¿Qué opina de la sociedad colombiana?
Diría que a esta sociedad le falta conciencia. Y si por sociedad entendemos la dirigencia del país, le falta pilera para distribuir y para construir.


Trabaja de domingo a domingo, se preocupa por prestar un excelente servicio, faculta a los empelados para encontrar la forma adecuada de hablarle a sus comensales, está en continúa adaptación con las nuevas generaciones y se preocupa por estar bien actualizado.

Aspectos como la tradición, costumbres y valores son de vital importancia para la esencia del restaurante. Las celebraciones y creencia religiosas se han perdido, pero Andrés las rescata de una u otra forma, este mensaje fue reforzado por su esposa Estela, quién hizo énfasis en el amor de pareja para sortear las dificultades en su camino empresarial.

Andrés DC es un laboratorio, pues desde su apertura hasta ahora ha revisado los resultados que se han obtenido y ha recibido muchas propuestas para tener más restaurantes en otras ciudades y países, pero antes de dar este paso quiere saber si su restaurante funciona en las grandes metrópolis.

 ¿El mejor consejo que recibió de papá Jaramillo?
 “A veces la vida es dura, amarga y pesa… pero tiene etapas de placidez, alegría y felicidad cuando cumplimos bien con nuestro deber”.
Y de mamá Flórez?
 “Mijito, ¿quiere un vaso de leche?”

 ¿Mientras más conoce a los hombres más quiere su restaurante?
 Mientras más conozco mi restaurante, más quiero al niño que hay en los hombres y en las mujeres que nos visitan.

 ¿Qué es ser restaurantero?
 Es una feliz condena.

 ¿Usted enamoró a Stella, su mujer, o ella lo enamoró a usted?
 Fue en un bus. Corrientazo mutuo. Cuando peleamos, pienso en porqué paró ese bendito bus. Cuando estamos felices, bendigo el bus.

 ¿Tiene algún piropo de su propia inspiración?
 Quemadita por fuera, roja por dentro.

 ¿Es más fácil ser buen padre o aspira a ser mejor abuelo?
 Es la pregunta más difícil. Me esfuerzo en ser el mejor padre, pero estamos llenos de errores. Cuando supere con satisfacción la etapa de padre, seré feliz dando el amor de abuelo.

 ¿Le da miedo envejecer?
 Si conservo la memoria, no tengo problema. De eso se vive.

 ¿Comer para qué?
 Para restaurar el cuerpo, a tiempo que se restauran alma y sentidos.

 ¿En qué consiste la ética de un buen empresario de restaurantes?
 En tener plena conciencia de que es un trabajo muy delicado, de que tocamos todas las fibras del ser humano, de que las personas vienen, nos visitan y tenemos la osadía de cobrarles. Por si fuera poco, retornan. ¿Cómo le parece?

 ¿Ha sido feliz?
 Le juro que sí. Totalmente.

 Entre lo que ha hecho en vida, ¿qué le hace sacar pecho?
 Ha aprendido a guardar silencio.

 ¿Cómo resumiría su papel de empresario?
 Siempre al son del toc toc del corazón.

 ¿Qué se le ha quedado dentro del tintero para hacer en la vida?
 Quiero un retiro apacible, con amigos, lectura, música. Hacer, de nuevo, algo con mis propias manos, como si otra vez fuera niño. Con una libra de plastilina, no de carne.

 ¿Qué hará en su próxima reencarnación?
 Siempre he pensado que el que muere se vuelve estrellita.

 ¿Le da gracias a la vida, o no le ha dado tanto?
 Casi todas las noches, de corazón, le agradezco. No le pido que me dé más, sino que me conserve.

 ¿Tiene listo su epitafio?
 ¡Listo el pollo!

 ¿El pecado que más le gusta cometer?
 El amor.

 ¿Virtud que más admira en los demás?
 La naturalidad.

 ¿Defecto que le gustaría tener?
 La perfección.

 ¿Quién le gustaría haber sido?
 Relator de historias.

 ¿Qué es un amigo?
 Aquel que nunca te llama.

 ¿Los enemigos para qué?
 Para abrazarlos.

 ¿Persona que más ha influido en usted?
 Las mariposas amarillas y los molinos de viento.

 ¿Qué lo saca de quicios?
 La falta de transparencia.

 ¿De qué le gustaría morir?
 De la emocionante enfermedad de estar vivo.

Es un hombre admirable, de visión; tiene una peculiar percepción de la vida, la ve mediante un punto de vista fantástico, juega con las historias y las transforma; utiliza imágenes religiosas y se mezcla entre la sagrada familia y los ángeles, por ejemplo. Sin embargo, es destacable, que cuando él habla de su restaurante la alegría es inmediata y su devoción por él, absoluta.

Mientras se camina con el creador del famoso restaurante Andrés Carne de Res durante diez minutos, pasan muchas cosas para que todo esté perfecto. Da claras instrucciones a varios de sus empleados, a uno lo regaña, a otro lo felicita, llama a otro porque encontró una mesa desordenada. Saluda a diferentes personalidades que en ese momento allí almuerzan. Piensa cómo conseguirle estudio a la empleada que lava los baños, tiene dos hijos y aprovecha que él pasa por ahí porque sabe que la puede ayudar. De repente, se le viene una idea a la cabeza y enseguida la anota en su libreta que nunca abandona.

Andrés Carne de Res seguirá navegando por los mares del paladar y las olas estallantes de maravillosos sabores colombianos, siempre con el fin de hacernos quedar como príncipes cuando un visitante extranjero visite nuestro país.

Andrés es un Orgullo Empresarial Colombiano.

NOTA: SI VISITA A COLOMBIA NO OLVIDE IR AL RESTAURANTE ANDRES CARNE DE RES EN BOGOTA… ES UN LUGAR INCREHIBLE Y UNICO EN EL MUNDO.

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