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EN BUSCA DE LA PAREJA IDEAL



Desde que despertamos al amor, lo hacemos buscando a esa persona ideal, la adecuada para mí, alguien con el que no tenga conflictos, que llene todas mis expectativas, aquel del que pueda vivir enamorado permanentemente.

Pero esa persona no existe, la he inventado yo.

Cuando digo que busco a la persona ideal no me paro a pensar que ideal viene de idea. No puede existir nadie así, hecho a la carta para mí.

Y sin embargo pensamos que existe, que anda por ahí, en algún lugar y que tarde o temprano aparecerá, apostamos por la magia y decimos no debo perder la esperanza, pensar que no existe es negativo.

Evidentemente que estos mensajes no los llevamos al extremo y aceptamos parte de los defectos del otro, faltaría más, pero seguimos pensando que hay alguien que está hecho para nosotros.

Un día alguien aparece y la magia se produce, la maravillosa magia del encuentro.
Ahora me encuentro contigo y proyecto todas mis expectativas en ti.

Creo que me vas a llenar, dejo mi felicidad en tus manos. Tú me vas a hacer feliz. Cuando dejo mi felicidad en tus manos me libero de toda la responsabilidad de hacerme feliz yo.

Surge el enamoramiento, y ahora no te veo tal y como eres, ahora solo estoy viendo lo que me agrada, potencio todo aquello que me gusta de ti y obvio lo que me disgusta, no quiero verlo, tú tampoco te muestras por completo solo me muestras lo mejor, yo hago lo mismo. Desplegamos nuestros encantos, nos vestimos de luces.

Con todas estas premisas nos lanzamos a la aventura del amor, ese amor que quiero que sea para siempre, el ideal. Pero pasa el tiempo, poco a poco te voy conociendo… lentamente mis ojos se abren, ahora te veo como eres realmente y tú también empiezas a verme a mí.

Ahora ves mis carencias y yo las tuyas, a veces las mías y las tuyas se llevan bien, pero otras muchas tus carencias y las mías se repelen. Tú tienes tus heridas, yo las mías, si tu herida no toca la mía, está bien pero si la toca, si me duele, surge el conflicto.

Un conflicto de algo que yo no tengo resuelto en mi vida, y surge cuando me encuentro contigo. Y entonces pienso lo más fácil, lo más cómodo, lo menos doloroso: "no es la persona adecuada".

Y sigo buscando, y encuentro a otra y me vuelvo a enamorar y surge de nuevo el conflicto que seguramente será el mismo que con la persona anterior, y pienso "que mala suerte tengo" que siempre elijo mal.

Podemos pasarnos la vida buscando a esa pareja ideal, o por el contrario cuando surge el conflicto con nuestra pareja preguntarnos qué tenemos que resolver, que herida me está tocando.

Podemos profundizar o no, esa será nuestra elección, evidentemente si esta situación no nos molesta ni entorpece nuestra vida, si somos felices y pensamos que en nosotros no existe ningún problema y que sólo se trata de la suerte de encontrar a esa pareja que es la adecuada para mí, si pensamos que el problema está fuera y no dentro de mí, entonces no lo haremos.

Pero en cambio si profundizamos en que fallo yo, porque me duelen determinadas actitudes y que tengo que resolver, entonces lejos de seguir buscando iré trabajando todo aquello que necesito resolver, no echaré al otro las culpas de mis carencias.

Si me doy cuenta que mi felicidad es solo responsabilidad mía, que nadie está en este mundo para llenar todas mis expectativas, si acepto que el conflicto es parte de las relaciones, cuando veamos eso y surja el encuentro amaremos de una manera más madura, más real. Acabará la búsqueda de la pareja ideal.

 Yo hago lo mío y tú haces lo tuyo.

No estoy en este mundo para llenar tus expectativas.

Y tú no estás en este mundo para llenar las mías.

Tú eres tú y yo soy yo.

Y si por casualidad nos encontramos es hermoso.

Si no, no puede remediarse.

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