El
saludo de un indígena maya era: "In lake’ch", que significa "yo
soy otro tú", o "tú y yo somos uno, todos somos uno".
A este hermoso saludo el otro contestaba:
"Hala ken". Algo
así como "tú eres otro yo".
Este saludo refleja la misma comprensión
unitaria de muchos orientales y de los místicos que no ven separación.
Según
esta visión todos somos lo mismo, somos uno en distintos cuerpos y distintos
procesos.
Lo
que le hago al otro me lo hago a mí mismo, sea que lo odie
o lo ame, lo atraiga o lo rechace.
Cada
ser es una chispa de la divinidad, somos hermanos como
hijos del mismo Dios Padre y Madre.
Sentirte uno con todos derriba los muros de la
intolerancia y te pone en un estado de gracia: Amas con amorosa compasión.
Ya
no puedes juzgar con ligereza, entiendes a todos y al que falla sólo lo ves
como un ser inconsciente.
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