El
paciente con diabetes puede aumentar el control de su enfermedad a través de
los alimentos que ingiere.
Sin duda, comer es uno de los mayores placeres que hay en la vida y muchas
personas que reciben el diagnóstico de que padecen diabetes piensan que
nunca volverán a disfrutar de los alimentos debido al problema metabólico que
les han detectado. Esto es un prejuicio y también una equivocación por parte de
algunos médicos.
El
paciente diabético que tiene un control adecuado de su padecimiento por medio
de una alimentación equilibrada, actividad física y, si se requiere,
tratamiento farmacológico, puede disfrutar perfectamente de los placeres
del paladar sin poner en peligro su salud.
Recomendaciones
1) Hagamos que los alimentos saludables sean una opción fácil.
2) Infórmate
y decide sobre tu alimentación.
3) Una alimentación saludable comienza con el desayuno.
Estos tres
mensajes se eligieron después de analizar datos médicos muy sólidos, entre
ellos que la mitad de la insulina que requiere el cuerpo humano durante el día se produce con
los nutrientes que llegan con el desayuno.
Hoy sabemos que, cuando abrimos los ojos después de
dormir, el hipotálamo
recibe un estímulo con la luz y se pone en marcha el trabajo de diferentes
órganos, entre ellos el páncreas, el responsable de producir la insulina,
una molécula que facilita el transporte de los azúcares al interior de las
células.
Imaginen lo que ocurre, entonces, en el organismo de la población
que no desayuna o que consume su primer alimento seis o siete horas después de
despertar. Por esto la campaña del Día Mundial de la Diabetes de este año se enfoca en pedirle a la gente
que ponga más atención a su desayuno y no se salte esa comida.
También se ha comprendido que una de las causas por las
que las personas con diabetes abandonan sus tratamientos es por las
limitaciones alimenticias, que
algunas veces son verdaderas y otras son sólo un temor sin fundamento.
Rechazo a las dietas
Desde
hace 20 años se ha observado que una de las causas más comunes de depresión,
frustración y enojo entre quienes viven con este problema de salud es la
creencia de que van a vivir a dieta el resto de su vida. Por desgracia,
la palabra “dieta” hace que los pacientes piensen en un modelo de atención
vertical, autoritario, en el que el médico ordena a la gente qué es lo que debe
de comer y qué no.
Cada persona tiene gustos singulares sobre los alimentos,
horarios e incluso hay quienes no pueden comer si no están acompañados, por eso
el tratamiento y esquema de alimentación de la persona debe ser individual y
plantear metas específicas para cada caso en particular.
El
médico debe preguntarle al paciente tres cosas:
¿Cuáles
son sus alimentos favoritos?
¿Qué
cosas no le gusta comer? y
¿A
qué hora come?
Al conocer bien los gustos del paciente, el nutriólogo
tiene un marco de referencia y comprende cuáles son los retos de nutrición y las metas que se le
pueden proponer al paciente. El papel del médico debe ser de facilitador
y reconocer que no es fácil pedirle a una persona que realice cambios radicales en el estilo de vida.
Cada
paciente requiere de una estrategia de atención individualizada. Entre
aquellos que necesitan tomar fármacos para reforzar el control de su
enfermedad, hay diferentes alternativas que deberán ser prescritas por su
médico.
Para
tratar la diabetes tipo 1 es necesario usar insulina como un apoyo al organismo,
mientras que para la diabetes
tipo 2 se pueden utilizar medicinas orales que se toman por separado o
combinadas.
En
resumen podemos decir que el paciente con diabetes puede aumentar el control de
su enfermedad a través de la información que recibe de parte de su médico
tratante y nutriólogo, para conocer el efecto en su organismo de los alimentos que ingiere,
incluyendo aquellos que son de su predilección. De esta manera podrá tomar sus
propias decisiones de nutrición de manera responsable.
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