¿Detestas
cuando la gente se queja? Resulta que hay una buena razón para ello: escuchar
demasiadas quejas es malo para tu cerebro en varias formas, de acuerdo con
Trevor Blake, un emprendedor serial y autor de ‘Tres Simples Pasos: Un
Mapa para el Éxito en los Negocios y en la Vida.’ (Three Simple Steps: A Map to
Success in Business and Life). En el libro, él describe cómo los neurocientíficos han aprendido a
mesurar la actividad cerebral cuando se encuentra con varios estímulos,
incluyendo una larga sesión de quejas.
El
cerebro trabaja más como un músculo, por lo que si estás clavado en un
rincón por mucho tiempo escuchando a alguien siendo negativo, es probable que
actúes de esa misma forma. Peor aún, estar expuesto a muchas quejas puede incluso hacerte tonto. La
investigación muestra que el estar así por 30 minutos o más -incluso viendo tal
material por la televisión- puede
despegar las neuronas en el hipocampo cerebral. Esa es la parte de tu
cerebro que necesitas para resolver problemas”, aclara. Básicamente, esto convierte a tu cerebro en
papilla.
Pero, si estás manejando una compañía, ¿no necesitas
escuchar acerca de cualquier cosa que pueda haber ido mal? Hay una gran diferencia entre
llevar tu atención a algo que está mal y a una queja. Típicamente, las
personas que se están quejando no quieren una solución; ellos sólo quieren que te unas a la indignidad de
todo el asunto. Casi que puedes escuchar cerebros chocar cuando seis
personas se juntan y empiezan a decir ‘¿No es eso terrible?’ Esto dañará a tu cerebro incluso
si estás escuchando pasivamente. Y si tratas de cambiar el
comportamiento de aquellas personas, tú pasarás a ser el blanco de las quejas.
Entonces, ¿Cómo te defiendes a ti y a tu cerebro de toda la negatividad?.
Blake recomienda las siguientes tácticas:
1.
Toma distancia
“Mi padre era un fumador empedernido” Blake confiesa. “Yo
traté de cambiar su hábito, pero no es fácil hacerlo”. Blake sabía que el humo
emanado por el cigarro podía dañar sus pulmones también. “Mi única salida era
distanciarme.”
Deberías ver las quejas y reclamos de la misma forma,
explica. El enfoque que siempre he tenido con ellas es pensar en ello igual
como lo es el fumar pasivamente.”Tu cerebro te agradecerá si es que te alejas de los quejumbrosos, si
es que puedes.
2.
Pídele al que se queja que arregle el problema
A
veces, tomar distancia no es una opción. Si no puedes alejarte
fácilmente, una segunda estrategia es pedirle a la persona que arregle el
problema.
Trata de hacer que la persona que se está quejando tome
responsabilidad y busque una solución, dice Blake. Yo típicamente respondo a una queja con un: ‘¿qué
harás al respecto?. Muchos quejumbrosos se van mal humorados en ese
punto, pero puede que haya algunos que van a tratar de resolver el problema.
3.
¡Escudo encendido!
Cuando
estás atrapado escuchando una queja, puedes usar técnicas mentales para
bloquearlas y así salvar tus neuronas. Blake favorece una usada por el
fallecido golfista español Seve Ballesteros durante un partido contra Jack
Nicklaus, un partido que el público quería a Ballesteros como perdedor. Él estaba teniendo dificultades
para manejar la hostilidad de la multitud, dice Blake. Por lo que
imaginó una campana de vidrio, que nadie más podía ver, descendiendo del cielo
para protegerlo.
Los lanzadores de la Major League Baseball a veces se les
puede ver diciendo ¡Escudo encendido!, mientras se dirigen a la loma. Él agrega
que su propia defensa imaginaria es más como una capa de invisibilidad de Harry
Potter.
Una
estrategia relacionada es retirarte mentalmente a tu lugar favorito, algún
lugar al que irías si tuvieras una varita mágica. Para mí, era una cinta
de hermosa arena blanca como el azúcar que se extendía de forma de herradura
desde una isla privada, dice Blake. Yo me llevaría a mi refugio privado mientras la gente estuviese
despotricando. Yo podía sonreírles y asentir en todas las ocasiones,
mientras que me iba por un paseo a mi playa privada.
La primera vez que Blake vio la foto de la isla fue en
una revista, y la imagen se quedó con él. Eventualmente, él tuvo una oportunidad para probarla
enserio. Resultó que la isla estaba en renta, y era la misma que había
visto, él dice: Entonces
la arrendé por una semana. Y pude dar aquella caminata.
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