Estás en la tierra para servir y dejar este mundo mejor de lo que lo
encontraste.
Es una misión de amor en la que estás bien cuando
aprendes a dar sin esperar recibir.
Bien dice un proverbio sueco: Una alegría compartida se
convierte en doble alegría; una pena compartida, en media pena.
La alegría de darte y dar no tiene precio, te hace feliz y le da un
nuevo aire a las vidas de los demás.
Lo que sí debes aprender es a saber ayudar,
a no confundir la ayuda con la alcahuetería.
Ayuda solo cuando te lo pidan, cuando puedas, cuando sepas y cuando no
interfieras en el proceso de cada ser.
Nunca cargues la cruz de otro y no actúes
movido por el pesar o por un afán protector.
Muchas veces detrás de cada ayuda lo que hay es un Ego enorme: ¡Tan
bueno yo!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Por favor, escriba aquí sus comentarios