No
nos limitemos a decir que somos cristianos. Debemos vivir la fe, no sólo con
las palabras, sino también con obras.
Está para concluir el Año de la fe. Señor, ayúdanos en
este tiempo de gracia a tomar en serio el Evangelio.
Señor,
que, ante tanta violencia en Irak, perseveremos en la oración y en la
generosidad.
Muchos de ustedes, queridos jóvenes, han llegado ya a Río
y otros muchos están llegando en estas horas. Nos vemos allí dentro de tres
días.
Queremos que en nuestra sociedad, desgarrada por
divisiones y conflictos, estalle la paz.
La
cruz es el precio del amor verdadero. Señor, danos fuerza para aceptar nuestra
cruz y cargar con ella.
Nuestro
gozo más profundo viene de Cristo: estar con Él, caminar con Él, ser sus
discípulos.
Muchas gracias a todos los misioneros, hombres y mujeres
que trabajan tanto y sin hacer ruido por el Señor y por los hermanos.
La
Iglesia es misionera por naturaleza: existe para que todo hombre y mujer puedan
encontrarse con Jesús.
Gracias por todas las expresiones de afecto recibidas en
este primer aniversario. Por
favor, sigan rezando por mí.
Jesús, ayúdanos a amar a Dios como Padre y a nuestro
prójimo como a un hermano.
No hay en nuestra vida cruz, pequeña o grande, que el Señor
no comparta con nosotros.
El Señor nos habla mediante la Sagrada Escritura, en la
oración. Aprendamos a permanecer en silencio ante Él, a meditar el Evangelio.
Jóvenes,
no lo olvidemos nunca: la Virgen María es nuestra Madre y, contando con su ayuda,
podemos permanecer fieles a Jesucristo.
Pido a todos los hombres de buena voluntad que se unan a
mis oraciones por los cristianos iraquíes y por todas las comunidades
perseguidas.
En el Evangelio podemos escuchar cada día a Jesús que nos
habla: llevemos siempre con nosotros un pequeño Evangelio.
Ser
cristiano implica renunciar a nosotros mismos, tomar la cruz y llevarla con
Jesús. No hay otro camino.
Leamos
el Evangelio, un poco todos los días. Así aprenderemos a vivir lo esencial: el
amor y la misericordia.
Con su venida entre nosotros, Jesús es cercano, nos ha
tocado y, a través de los sacramentos, también hoy nos toca.
Jesús comprende nuestras debilidades, nuestros pecados, y
si nos dejamos perdonar Él nos perdona.
Agradezco de corazón a los que han colaborado para que
todo saliera bien en la JMJ y saludo a todos los que en ella han participado.
El
cristiano está siempre lleno de esperanza; nunca puede dejarse llevar por el
desánimo.
Jesus Menino revela a ternura do amor imenso com que Deus
envolve cada um de nós.
Que el deporte sea siempre instrumento de intercambio y
superación y nunca de violencia y odio.
Pidamos
a María que nos ayude a tener fija la mirada en Jesús, a seguirlo siempre,
aunque sea exigente.
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